Mi memoria y yo estamos distanciados. Así que ahora ella no tiene nada que leer y yo no recuerdo ponerme un abrigo de más al salir a la calle. Pero no todo es malo. Sobre todo desde que ella se llevó consigo la dirección de mi trabajo.
Cuando llegaba, nos saludábamos con la complicidad que brindaba nuestro mutuo sentimiento de culpabilidad por tanta travesura cometida. Sin embargo, ahora suele empujarme para distanciarse y tomar carrera. Incluso sin volver la vista atrás.
La verdad es que extraño el invierno que llegaba cuando tenía 10 años. Cómo su fría brisa tocaba mis dedos y me invitaba a seguirlo al parque. Cómo me ocultaba entre tantos abrigos el rostro y las ansias de reírme por correr de mis padres. Y, sobre todo, cómo solía divertirme el vaho que ambos construíamos todas las mañanas.
Mi sombra ha dicho que, en realidad, ella tiene una vocación orientada a la medicina. Que de Derecho no quiere saber más. Así que ahora suele despertarse con indicaciones y contraindicaciones. Además, no la puedo poner al alcance de niños y mascotas. Pero, eso sí, provee de mucha vitamina B y es sumamente útil para las pequeñas tempestades que me acechan cada vez que intento coger un poco de helado de limón.
Architecture is a subject infested with concrete. Enough concrete to build a sidewalk that crosses my cubicle, turning it into a mall where I could buy a hat and a scarf in winter.
I am learning the secrets of that art.
Quisiera ser un poco más ordenado. Tener montoncitos repletos de cosas parecidas, apiñados; y, luego, correr entre ellos hasta que sea tarde para ir a trabajar.
Sin embargo, sólo guardo un orden extraño en la heladera, donde los restos de las cenas tienen una formación casi militar.
Así que cada vez que llego tarde a trabajar, el aroma de un bife por vencer me suele delatar.
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